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Etapa 7 - De Centro a Neira bajo el agua (17/08/2018)

  • Foto del escritor: Diego Supelano
    Diego Supelano
  • 14 dic 2018
  • 3 Min. de lectura

La séptima fue la primera etapa del reto cuyo recorrido era desconocido en su totalidad para los retadores. La pedaleada comenzó a las 7:30 de la mañana, pero la levantada fue muy temprano, comenzando en carro desde Bogotá con llegada a las 7 de la mañana al sector de tierra negra, desayuno rápido y pa’lante. No iba a ser un día fácil, los retadores afrontaron de entrada uno de sus principales miedos: lluvia desde el comienzo estando a más de 2.600 msnm.


Los impermeables aguantaron los primeros visos de agua. Los ciclistas reportaron rápido su paso por Ventaquemada para luego descender por una vía embarrada, lo que sería la constante durante todo el fin de semana, hasta Turmequé. El cielo en la tierra del tejo dejó ver algunos claros, dando la impresión de ser lluvia pasajera. La situación climática se mantuvo durante el ascenso, que seguía de 5 kilómetros hasta Nuevo Colón, pero las vías mojadas hacían que la mugre salpicara desde abajo por la cantidad de barro. A menos de dos kilómetros de coronar la plaza a Checho se le soltó un pedal. Tunda se lesionó por segunda vez durante el reto, afortunadamente en está ocasión había carro acompañante.



Con este escenario optaron por que Supe siguiera solo y registrara el recorrido en bicicleta de la etapa, esperando que en algún municipio se encontrará una bicicletería con oferta de pedales.


Luego de Nuevo Colón el camino fue descenso hasta Tibaná, por sectores de barro donde la rueda se hundía casi hasta la mitad. La lluvia arreció en el sector de pavimento y de pendiente parada que llevaba a coronar el alto de Tibaná; desde este punto fue un descenso corto hasta la plaza del pueblo. En Tibaná la hidratación fue Cola y Pola, para luego tomar descenso y travesía por sectores de pavimento, repechos y muchísimo barro para afrontar la primer gran dificultad del día: el ascenso que llevaba a Úmbita tomando un desvío que subía 10 kilometros. En el papel no era una subida complicada, pero la capa de barro constante obligó a rotar más de lo requerido respecto a un terreno seco. Fue una exigencia dura que puso al retador sobreviviente en Úmbita hacía el medio día. En este municipio consiguieran almuerzo en un restaurante que no estaba tan preparado para recibir clientes y lo hacía por demanda. La demora en la preparación de los alimentos sirvió para descansar.


Con barro el descenso se vuelve una complicación casi como el ascenso, así que los tiempos se iban alargando. Luego de descender de Úmbita sobre un tramo de travesía con tendencia a la bajada llegaron a un ascenso tendido de pavimento de cuatro kilómetros que finalizo en Chinavita. En este municipio fue obligada una parada larga para atender a Muxi, que por el barro expresaba lamentos con los chillidos de la cadena. Limpieza y engrase básico permitieron continuar sin problema para descender seis kilómetros de pavimento y luego desviar y ascender siete kilómetros hasta Pachavita. En ese este momento estaba latente la posibilidad de llegar hasta La Capilla como final de etapa, no obstante, la exigencia que ofreció el alto de Carvajal, del cual se desciende luego un kilómetro hasta al caso urbano de Pachavita, y que en sus últimos dos kilómetros ofreció curvas una tras de otra de más de dos dígitos, sumados a lluvia de la mañana, agotaron las fuerzas de Supe, por lo que Garagoa se vislumbraba como el final del día. La pendiente no terminó con el alto de Carvajal, fueron diez kilómetros de falso plano hasta Garagoa luego de descender de Pachavita nuevamente a la vía central.



La llegada a Garagoa pasó de las cinco de la tarde. Lo que no esperaba el retador que completaba esa etapa eran las rampas que lo esperaban ya entrando en el casco urbano para alcanzar la plaza. Definitivamente hasta allí, la capital de la provincia de Neira, llegaba la etapa de ese día. El carro arribó unos minutos antes para adelantar y buscar una bicicletería abierta para conseguir el pedal de Tunda. Para fortuna lo consiguieron fácilmente; hoy en día Boyacá por ser territorio ciclístico por excelencia, cuenta con buenas bicicleterías en los municipios intermedios como lo son capitales de provincia.


El día terminó con comilona de pizza, muy gourmet por cierto, en la esquina de la plaza de Garagoa. El siguiente día les esperaba un paso tempranero en carro hasta La Capilla, para de allí comenzar nuevamente juntos: Supe y Checho, la segunda etapa por municipios desconocidos, esperando que por ser una zona de menor altura el tema de la lluvia quedara en el pasado. Qué equivocados iban a estar.

 
 
 

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