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Etapa 27. En la frontera internacional del departamento (28/06/2019)

  • Foto del escritor: Diego Supelano
    Diego Supelano
  • 24 jul 2019
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 12 sept 2019

Al estilo de una gran vuelta de tres semanas, Boyacicleta tuvo en su programación “transfer” aéreo. Se trató de la etapa a Cubará, municipio que no tiene acceso por carretera desde el departamento, por lo que la ruta más corta desde Tunja sería por Sogamoso a través del departamento del Casanare, Arauca y luego nuevamente Boyacá en su frontera internacional, que además de los más de 500 km de frontera, el paso por la cordillera suele ser una vía de trancones y derrumbes, sumado a qué es la vía alterna al llano, la cual al escribir este relato fungía como la principal por el cierre de la carretera que lleva directo de Bogotá a Villavicencio. Adicionalmente, es una zona conocida por su complejidad en temas de orden público.


¿Pero qué hace a Cubará tan especial para no tener paso directo? pues se encuentra justo detrás del Parque Natural del Cocuy el cual tiene su punto más alto a casi 5.400 m.s.n.m. Así pues los retadores optaron definitivamente por tomar un vuelo Bogotá D.C. – Saravena (Arauca), que los dejaría a 30 km de Cubará.



Este vuelo ofrece dos frecuencias de ida y de vuelta: jueves y sábados. El itinerario se diseñó para viajar el jueves a Cubará para efectuar la etapa a pedal el viernes y regresar el sábado. Los designios divinos decidieron premiar a los retadores con un clima despejado duranto el vuelo de ida, el cual practicamente se efectuaba sobrevolando Boyacá sobre la doble calzada que conecta Bogotá con Duitama para luego ir paralelo a la vía que surca la provincia del Valderrama bordeando finalmente el balcón del dios boyaco: la Sierra Nevada del Cocuy, Chita o Güicán, que se alzó ese día sobre un tapete de nubes dejando que los retadores observaran sobre su hombro las nieves perpetuas, así como en otras salidas lo hicieran con el cañon del Chicamocha, el valle de Tenza, la laguna de Tota, los picos de Fura y Tena y las demás maravillas que el departamento les había ofrecido durante las 26 etapas que habían completado hasta ese momento.



Pasado el espectaculo los retadores aterrizaron sobre el medio día en un caluroso Saravena, en el cual muy fácilmente y tan solo a 5.000 mil pesitos consiguieron un taxi que los llevó con las dos cajas que contenían las bicicletas al hotel escogido para pasar las dos noches siguientes. Como informacional adicional para los interesados, el vuelo fue con la Aerolinea de Colombia, Satena, quién se porto amable con el transporte de los velocipedos no cobrando adicionales y dándoles buen trato, contrario a lo que sucede con otra aerolíneas comerciales.


El sábado, día de la etapa, tras sendas advertencias de seguridad, malos aügurios y otros tantos comentarios negativos respecto a la empresa de pedalear por esa zona, los retadores decidieron salir temprano, pero no tanto. Ellos se sentían tranquilos, pues advertencias parecidas les habían hecho para otras salidas y los municipios visitados les habían callado la boca a quienes pretendieron asustar a los retadores, estaban seguros de que en Cubará no sería la excepción. Así las cosas, a las 8 de la mañana luego de tomar el desayuno emprendieron la partida sobre una vía pavimentada que al comienzo los inauguró con un trayecto destapado con ondulaciones y arena, lo cual en ruta resultó una tortura. Pasado este trayecto fueron 12 kilómetros planos pero en los que apenas alcanzaban los 30 km/h en la bicicleta de ruta. Luego de esto vendría el festival del repecho: escalones largos que al final sumaron unos 400 metros de ganancia de altitud. Por el kilómetro 20 había un paso destapado sobre pequeñas piedras de río, el conocido balneario, donde los cuatro sitios dispuestos para los bañistas se disputaban le hegemonía del timbal, cada uno con distinto tipo de música al máximo decibel. El paso fue corto, luego de esto vino una recta, últimos repechos y finalmente un descenso de unos 2 kilómetros hasta Cubará, el mojon 123, como un designio del destino, mostraba los primeros visos de la población.





Cubará es un municipio que tiene su actividad diaria sobre la vía, es allí dónde se encuentran monumentos, comercio y en general el movimiento de personas, al desviar hacía la derecha para buscar la plaza principal, donde se encuentra la iglesia y la policía, disminuye la presencia de gente. Los retadores hicieron registro oficial, consiguieron rápido, contrario a lo que pensaban, la nativa que dio el saludo de bienvenida a Boyacicleta, tomaron un descansado relajado al volver a la vía principal y sobre las diez de la mañana iniciaron el retorno. La vuelta sería más rápida descendiendo los repechos que les daban impulso en las rectas, por lo que estuvieron de regreso antes del medio día en Saravena para completar un total de 60 kilómetros y unas dos horas y media de pedaleo para el registro del municipio 121 del reto 123.





Ese día la selección Colombia jugaba a las seis de la tarde cuartos de final de la Copa América, y previamente había otro partido, así que los retadores tuvierón programa para esa tarde, el vuelo de regreso estaba planeado para el siguiente día. Finalmente sin ninguna novedad los retadores retornaron el sábado al interior del departamento según lo planeado, con la frontera internacional registrada, pero sobre todo, con la satisfacción de que nuevamente se sintieron en casa, no solo en Cubará sino también en Arauca, no fue casualidad que alguna vez fueron un solo departamento.


Prueba de esto podría encontrarse en que anecdóticamente algunas personas en el aeropuerto de Saravena durante el vuelo de vuelta pensaban que los retadores eran locales que iban a representar la región en alguna carrera de ciclismo; ojalá hubiesen estado ahí los que advirtieron a los retadores que su posición de foraneos los podía poner en riesgo. Ahora a por el otro extremo, siguiente parada: el Magdalena medio, ¡a por Puerto Boyacá!.

 
 
 

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