Etapa 29. ¡Duitama!: el 123, el municipio bicentenario. (27/07/2019)
- Diego Supelano
- 12 sept 2019
- 3 Min. de lectura
Eran las 6:30 de la mañana del 27 de julio de 2019. Los retadores citaron a esa hora a paisanos y amigos de Bogotá que quisieran acompañarlos en la última etapa, el recorrido bicentenario: 180 kilómetros desde la capital de la república hasta el último municipio a registrar oficialmente, el 123, Duitama, la perla de Boyacá, que ese día cumplía 200 años de vida republicana.
Provenientes de Duitama arribaron en carro al punto de partida alrededor de 25 ciclistas que le madrugaron a la cita, dos más lo hicieron en bus tomando el que salía a las 4 de la mañana para estar muy puntuales. La salida se daría un kilómetro antes del desvío que lleva a Chía o a Tunja, en la estación de servicio conocida por los sandwiches de “Rumbos”. Naturales de Bogotá se integró a la caravana el equipo de pfbcolombia quienes llegaron pedaleando sumando unos kilómetros más. Finalmente hacía las 7 y cuarto de la mañana estaba partiendo una grupeta de casi 50 ciclistas.

Los retadores se encontraban abrumados por la emoción, luego de 28 etapas en solitario tenían el epílogo soñado. La etapa comenzó a un ritmo suave pero constante hasta Gachancipá, donde la grupeta se fraccionó por una razón de peso: la etapa definitoria del Tour de Francia que sentenció en las piernas de Egan Bernal que Colombia al fin tendría su primer título en la gran boucle.
Finalizada la ronda francesa y con la alegría de la gesta del compatriota, un grupo más reducido continuó camino. En el alto del Sisga algunos acompañantes de Bogotá retornaban, pero nuevamente se agrandaba el lote con algunos fugados que esperaban. La ultima etapa planteó el reto para muchos aficionados de la perla de Boyacá de hacer por primera vez la etapa desde Bogotá hasta su terruño, así que se les dio el apoyo para terminarla, por lo que la etapa se hizo a paso lento pero seguro, con las pausas y el ánimo que necesitaban los menos fuertes, quienes aprovecharon el impulso del Reto 123 para plantearse el suyo propio.

Así, pasado el medio día estuvieron en el altar de la patria, el puente de Boyacá, donde hacía 200 años (menos 11 días) se daba la batalla que diera la independencia a Colombia. Se hizo un registro rápido, última merienda y directo a la capital cívica del mundo, apodo pintoresco que se le dio a Duitama para promocionar el mundial de ciclismo de ruta del 1995 que se corriera por sus calles.

Con un lote estirado, porque algunos llegaron a Duitama antes por compromisos personales o por el mismo afán del cansancio que genera una jornada tan larga, en la ciudad de Paipa hacia las 4 de la tarde se agruparon 20 ciclistas formados en dos filas encabezadas por los retadores que mantuvieron con ambiente de paseíllo los 12 kilómetros entre las dos ciudades más representativas del Tundama. A las 4:30 de la tarde los retadores ingresaron a Duitama triunfantes, brindando y abrazando a los amigos que los acompañaban. El paseíllo por la ciudad incluyó la avenida circunvalar, para subir por la avenida Las Américas, luego voltear por la renovada carrera 20 hasta la calle 19, donde tomaron nuevamente hacia arriba conectando la carrera 16 para finalmente llegar por esta vía hasta la plaza de los libertadores.

Duitama se engalanaba con la semana bolivariana, las banderas cubrían la plaza y las edificaciones alrededor. Aunque había eventos en la plaza, justo cuando llegaron estaban en pausa dando lugar a la algarabía de la caravana de ciclistas. Esta vez no hubo que buscar el nativo para que hiciera el saludo, pues la grupeta cumplía este papel a la perfección, por lo que en un coro unísono se exhaló el grito más esperado por los retadores, ¡Bienvenidos a Duitama!.

Para finalizar, los retadores se desplazaron con acompañantes y locales que se unieron a la fiesta hacia la Ciclería Café Taller, donde se ofreció comida, cerveza y se proyectó una exposición que relataba la totalidad del reto.
La aventura terminó, ahora los retadores pueden decir que conocen los 123 municipios de Boyacá, que sufrieron y gozaron las subidas y bajadas, los repechos y los escasos planos que el territorio les puso al frente. Ahora se sienten más boyacos que nunca, sienten cada municipio como suyo y cuando se encuentren a cualquier boyacense podrán decirle con toda convicción: ¡Paisano!.
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