Etapa 23. Del tundama al corazón de la libertad: Labranzagrande (18/06/2019)
- Diego Supelano
- 24 jul 2019
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 sept 2019
En esta ocasión los retadores iniciaron el recorrido desde el corazón del Tundama por la vía que conduce a tierras llaneras coincidiendo con la coyuntura del cierre de la vía Bogotá - Villavicencio. Fue la segunda vez, contando la primera etapa, que partían desde casa, lo cual les generaba un alivio en logística. El destino para ese día era Labranzagrande, corazón de la provincia La Libertad; para llegar debían sortear un paso a 3.500 m.s.n.m. para luego descender hasta los 1.100.
Partieron sin afanes con la tranquilidad de que afrontarían la dificultad del día por pavimento conocido. El recorrido fue tranquilo hasta Sogamoso, para luego ascender el mítico Alto del Crucero, que ese día les mostró un panorama distinto, con mucho más tráfico pesado del acostumbrado, al punto que según el sentido se debía pasar por turnos los dos únicos puestos del peaje ubicado al final de la parte más dificultosa del ascenso. Desde este punto vino una travesía hasta el Crucero donde los retadores pararon a descansar al percatarse que iban bien de tiempo.

En este punto, que marca el kilómetro 15, siendo el 25 el punto más alto en el paso que lleva de Sogamoso hasta tierras casanareñas, es normal que lluevan gotas finas que hacen apremiar el paso de los ciclistas ante la posibilidad de una tempestad mayor. Así pues, luego de coronar el famoso mojón 25 comenzaron descenso acompañado de algunos repechos hasta el valle paramuno conocido como Toquilla. Siendo ya las 12 del día los retadores optaron por almorzar en este paraje, ya que de allí el siguiente punto de civilización sería ya Labranzagrande, más conocido como Lagrande para los locales.

Una vez almorzados continuaron su camino bajo una tenue lluvia. Luego de un repecho de cerca de un kilómetro vino franco descenso hasta el desvío a la izquierda que lleva a Labranzagrande, fueron 6 kilómetros de ascenso por buen pavimento entre frailejones, neblina y lluvia. Luego vino un largo descenso destapado que desde su inicio contabiliza 36 km hasta Labranzagrande. El clima iría cambiando de frío a templado para los retadores, pero nunca caliente a pesar de ir perdiendo altura, las constantes lluvias generaban un ambiente fresco que se mantendría durante sus tres días de estadía en Labranzagrande.


Llegaron a la plaza del pueblo hacía las 3:30 de la tarde, un pueblo tranquilo con poco comercio y poco movimiento de gente. Cerveza obligada en la única tienda destinada para estos efectos en el marco de la plaza y luego a buscar hospedaje. El que les habían recomendado estaba lleno, o eso les dijeron ante su aspecto embarrado, así que les quedaba una opción: un hospedaje informal que aunque primero generó desconfianza por la informalidad de los huéspedes, con el pasar del tiempo entenderían que se trataba del ambiente familiar.

Finalizaron el día acostándose temprano, habiendo previamente abastecido de las viandas que tomarían para desayunar, ya que la levantada al día siguiente sería antes de que cualquier establecimiento estuviera abierto.

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