Etapa 21. Cumpliendo el tramo pendiente con Lengupá (04/05/2019)
- Diego Supelano
- 14 jun 2019
- 4 Min. de lectura
En el 2018, los retadores habían programado cinco días para completar Oriente, Neira y Lengupá, junto a algunos municipios de Márquez. No lograron cumplir el objetivo, faltando realizar el recorrido que llevaría desde Miraflores hasta las campiñas de Jenesano. Así, Boyacicleta retomó la ruta el 4 de mayo del presente año, partiendo desde la capital de Lengupá.
Siguiendo con la planeación del año anterior para esta salida, los retadores fueron escoltados por vehículo automotor, en el cual arribaron a Miraflores el viernes, de tal forma que el sábado a las 6 de la mañana estuvieron dispuestos en sus velocípedos tres retadores: Supe, Checho y nuevamente Huberto, para hacer el cubrimiento del tan esperado municipio. Se hizo un paseillo por la plaza principal, que se suma a lista de los parques centrales que el Reto ha encontrado en remodelación. Media hora después se despidieron de Miraflores tomando rumbo sur hacia San Eduardo.

Fue un descenso entre pavimento y destapado que los llevó a encontrarse con la vía que viene de Páez. Luego de un par de kilómetros más en descenso tomaron un desvío a la izquierda, para comenzar un ascenso de vía destapada de cerca de diez kilómetros hasta San Eduardo, el cual tendrían que descender nuevamente. Ya en San Eduardo, con un clima fresco de nubes pero sin lluvia y una plaza desolada, se encontraron unos turistas que venían de Sogamoso por Aquitania, mostrando así como en el departamento se unen provincias por vías menos conocidas, en este caso Sugamuxi con Lengupá.
Luego de descender nuevamente hasta la vía principal que viene del sur del departamento, tomaron ahora sí rumbo norte con destino Berbeo. Luego de cuatro kilómetros de ascenso se encontraron con su plaza principal, que se integra con la vía intermunicipal. Hasta ahí los acompañaba el pavimento. Allí tomaron el desayuno en una panadería donde aunque no acostumbraban a vender desayunos se ofrecieron a prepararles huevos al gusto, así que la espera fue un poco más larga de lo normal. Al final las viandas estuvieron perfectas para afrontar el resto de camino, en el que la temperatura iba a aumentar a pesar de que persistiera el cielo nublado.
Zetaquirá fue el siguiente municipio. La vía está toda destapada en un trayecto de 13 kilómetros; los primeros de columpios y puntillas que remataron en 5 kilómetros de plena subida, puertecillo con pendientes de más de dos dígitos que hicieron que disminuyera el ritmo de la travesía. Este camino al final desembocó en la vía que va de Zetaquirá a Miraflores, de allí tomaron nuevamente pavimento y se encontraron la plaza de Zetaquirá luego de transcurrir un último kilómetro. Sobre las 11 de la mañana estaban registrando el municipio de las cascadas de aguas termales sobre una plaza con mucha gente donde irónicamente fue complicado conseguir el saludo para el Reto 123, finalmente se logró con una amable señora que salía de hacer sus vueltas en la alcaldía. Desde allí lo planeado era franco ascenso hasta el alto de Vijagual, que se encontraba desde ese punto a unos 31 kilómetros para luego descender a Ramiriquí, pero con un desvío que tomarían transcurridos los primeros 12 kilómetros del ascenso, que daría un descanso para completar 18 km al llegar a Rondón.

Los retadores abordaron el ascenso tranquilos hasta el punto de desvió a Rondón, giraron a la derecha según lo planeado por una vía destapada que los llevo a descender tres kilómetros y luego subir otros tres más de rampas interminables hasta Rondón. Siendo la una de la tarde coronaron este municipio que se separara de Zetaquirá por allá en la tercera década del siglo XX.

La neblina comenzaba a rodear el municipio, típico panorama de esta zona gobernada por el alto de Vijagual, pero además de neblina la montaña comenzaba a mojarse por una lluvia incipiente que acompañó a los retadores mientras almorzaban en el único restaurante que había en el municipio, que a su vez ofrecía un único menú que fue manjar para los retadores que completaban un jornal de 7 horas.
La lluvia, un cernidillo mientras almorzaban, se convirtió en un aguacero al momento de partir, así que la única opción de saludo era con alguna de las señoras del restaurante. Afortunadamente una de ellas acepto posando en el marco de la puerta para no mojarse pero permitiendo que al fondo se observara parte de la iglesia de Rondón. La neblina era cerrada y la lluvia intensa, uno de los conductores de camión que almorzaba en el mismo lugar miraba incrédulo que los pedalistas pretendieran seguir en esas condiciones. Los retadores analizaron la situación de acuerdo con los antecedentes del año anterior. Seguir en carro hasta Ramiriquí no era algo que ya no se hubiese hecho, luego de las vicisitudes vividas en las distintas etapas, se decidió que la regla del reto 123 sería que a un municipio se debía partir o llegar en bicicleta, en el primer caso llegando hasta otro municipio y en el segundo viniendo de otro municipio. Así que en la presente etapa el sufrimiento por el frío y el agua generado por la lluvia hasta Vijagual, sumado al peligro de la niebla cerrada, los bicicletas sin luces y el piso mojado, suponía un riesgo que no valía la pena correr. Por tal razón los retadores optan por terminar allí esa jornada y al día siguiente hacer un circuito con comienzo y final en Ramiriquí, etapa que inicialmente estaba planeada con final en Jenesano.
Así las cosas los retadores arribaron a Ramiriquí sobre las cuatro de la tarde luego de pasar la bruma de Vijagual; la capital de Márquez los acogería esa noche para al día siguiente a ser el nodo de un circuito por vías que han moldeado a grandes ciclistas.
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