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Etapa 19 - La vertiente Norte, el coqueto Occidente (15/04/2019)

  • Foto del escritor: Diego Supelano
    Diego Supelano
  • 17 may 2019
  • 2 Min. de lectura

Rumbo al oriente al fin, los retadores emprenderían unos 38 kilómetros hasta Otanche, con la incertidumbre de perderse nuevamente en un camino solitario que no tenían previsto en la planeación, con tres señales claras: siempre a la derecha, llegar a Cormal y nunca extraviar a Umbo. Los primeros 25 kilómetros que llevaban hasta Cormal, un caserío que conectaba con la vía que venía de Quípama, resultaron ser una prueba de ciclo montañismo técnico, tanto subiendo como bajando: puntillas escarpadas de piedra y barro con pendientes de por lo menos el 12% que subiendo demandaban tramos caminando y bajando que no se superaran los 10 km por hora.



Así las cosas en Cormal estuvieron pasadas cuatro horas desde la partida pero con la satisfacción de ya estar en el camino que venía de Quípama, el que debieron tomar el día anterior. Cuando llegaron a Otanche cumplían cinco horas y media de jornal, durante todo el camino siempre que preguntaban por Otanche les habían dicho que estaba bastante lejos, así pues arribar al municipio a las 12 en punto fue una verdadera alegría, ya que lo que se venía sería en su mayoría pavimentado y señalizado. Luego de almorzar y arreglar un daño en la bicicleta de Checho que le puso más dramatismo a la llegada a Otanche, partieron con la consigna de llegar ese día sí o sí a Pauna.




Cumplido un puerto amable de 14 km, que parecía un paseíllo luego de los días pasados de vía destapada, comenzaron un descenso también por una excelente vía hasta San Pablo de Borbur. Sabiendo que solo les restaba subir 18 km tendidos, con un segmento plano de casi cinco en la mitad, se tomaron su tiempo en Borbur. Luego a velocidad crucero avanzaron durante dos horas y 20 minutos, que incluyó una parada obligada por un pedazo con paso restringido, y estuvieron cerca de las cinco de la tarde en Pauna, municipio que los recibió con rampas de dos dígitos para llegar a la plaza central.




Esta vez las cervezas fueron ingeridas apenas se puso pie en tierra, el hotel quedaba justo al lado de la tienda donde estaban. Ya con los últimos rayos del sol cambiaron vestiduras, comieron algo y se fueron a descansar, al siguiente día vendría el mítico puerto de bocademonte que los llevaría de vuelta al altiplano.


 
 
 

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